Cuanto más experimento y practico RECIBIR,
más me doy cuenta... de lo mucho que me asusta hacerlo.
Cuando escucho profundamente los paradigmas que viven dentro de mí,
descubro que recibir está entrelazado con significados como:
Si recibo...
Soy débil.
Soy incapaz.
Soy menos.
Estoy perdiendo el control.
Estoy fracasando.
Estoy creando una deuda con los demás.
Recibir me hace sentir muy vulnerable.
Porque si quiero recibir, tengo que bajar la guardia.
Y durante mucho tiempo, bajar la guardia significaba: DAR.
Toda mi vida te he dado mi centro a TI:
sintiendo, oliendo y leyendo lo que necesitas,
para poder servirte.
Y en tu gratitud... me sentía amada.
Pero cuando recibo...
pierdo esa «seguridad».
Ya no puedo esconderme detrás de mis acciones.
Solo soy yo.
Dejándote acercarte.
Dejándote tocarme.
Y el miedo susurra:
¿Me quieres?
¿Quieres estar conmigo?
¿Soy suficiente,
¿Incluso cuando no hago nada por ti?
¿Qué piensas de mí cuando recibo?
¿Cuando dejo de controlar?
¿Cuando dejo que me ayudes, que me abrazas?
Dejo que el miedo susurre...
Escucho las voces.
Y me relajo con ellas.
Sí. Esta es una raíz muy profunda de un antiguo legado, transmitido de madre a hija.
Y hoy, decido nadar contra corriente.
Para incorporar nueva información.
Elijo abrirme para RECIBIR.
Decido que es seguro para mí recibir.
Y permito la vulnerabilidad, el acto de hacer el amor, que comienza a suceder
cuando dejo caer mi armadura y me abro
para recibir.
🌺 ¿Qué significa RECIBIR para ti?
🌺 ¿Qué sientes y experimentas cuando te permites recibir?
