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      El Sexo como Puerta hacia la Libertad

      escrito por Selina Frei

      ¿Qué notas en tu cuerpo físico cuando lees la palabra «sexo»?
      ¿Un cosquilleo en el abdomen? ¿Una contracción en el corazón?
      ¿Sientes deseo, curiosidad, adrenalina o entumecimiento?

      Sea lo que sea, estoy segura de que sientes algo relacionado con el sexo.
      Y tiene mucho sentido, porque el sexo es tu origen. Tú surgiste de la unión sexual de dos seres humanos.
      El sexo es tu naturaleza. Es tu instinto primario.

      Sin embargo, desde el momento en que naces, te rodea un mundo que te enseña que el sexo es malo, incluso pecaminoso.
      Te dicen que no disfrutes tocándote, que eso no es lo que hacen los «niños y niñas buenos».
      Con el tiempo, aprendes a ocultar tu alegría, tu deseo, tu placer. Te conviertes en un hombre o una mujer normal y civilizado, entrenado para «controlar» tu instinto animal.

      ¿Por qué el patriarcado y las instituciones espirituales, hace miles de años, separaron lo material de lo divino? ¿Qué beneficios tiene prohibir y castigar el instinto sexual natural de los seres humanos?

      Cuando te hacen sentir mal por la expresión más natural de tu ser y te adaptas a una cultura reprimida, tienes un conflicto interno.
      Y la cultura moderna se nutre de ese conflicto. Porque te falta algo. Tienes hambre. Te sientes avergonzado. Y, por lo tanto, eres fácil de manipular. El sistema capitalista-patriarcal se alimenta de tu insatisfacción sexual. Prospera mientras sigas comprando cosas que no necesitas, tratando de adormecer el vacío interior y el conflicto en torno al sexo. Por eso el sexo se vende tan bien: en anuncios con personas semidesnudas, en productos de belleza, en la moda y más allá.

      Si nadie te inicia en el sexo, es probable que te eduques a través de la pornografía, las películas o las revistas. El mensaje que transmiten es claro: el sexo tiene que ver con el rendimiento, no con la presencia. Se trata de intensidad, fricción y clímax, una carrera hacia el orgasmo, idealmente alcanzado juntos.

      Más allá de estos mitos, la cultura moderna te seduce con estereotipos de género que prometen atracción y éxito en la búsqueda de una pareja que quiera tener sexo contigo.

      Como mujer, desde una edad temprana aprendes que tu valor y tu atractivo dependen de lo mucho que tu cuerpo se parezca al de Barbie, la mujer «perfecta».
      Te entrenan para desconectarte de tu sentido interno de la belleza, para percibirte desde el exterior, para comparar, corregir y controlar tu cuerpo.

      Como hombre, estás igualmente condicionado. Aprendes a ver a las mujeres a través del lente de la perfección: a comentar su grasa abdominal, a hacer bromas sobre su pelo revuelto, a comparar, a cosificar. Tu cerebro se programa para responder a la imagen de una mujer en lugar de a la experiencia de ella. Te seduce el envoltorio más emocionante y prometedor.

      Así que cuando finalmente os encontráis en la cama, como mujer, es posible que no te relajes ni te abras por completo, preguntándote: «¿Soy lo suficientemente atractiva?».
      Y como hombre, es posible que te cueste amarla de verdad, porque te han enseñado a relacionarte con ella como si fuera un objeto.

      Al seguir estos ídolos culturales y experimentar el conflicto interno entre el deseo y la represión, es posible que te hayas encontrado en una situación de frustración, soledad o depresión. Tu cuerpo físico puede responder a tu vida sexual con dolor, entumecimiento o disociación. Quizás te hayas preguntado: «¿Qué me pasa? ¿Por qué no puedo disfrutar del sexo?».

      Este es el momento de elegir: renunciar al sexo o atravesar la puerta que te abre tu dolor:

      ¿Y si tu experiencia no es errónea, sino el resultado natural de la cultura moderna, que se derrumbaría si liberaras el poder del sexo real? ¿Y si simplemente no te han mostrado otra forma de hacerlo?
      ¿Y si tu dolor es un poderoso combustible, una llamada a entrar en las auténticas iniciaciones de la edad adulta, a recuperar tu centro del patriarcado, a despertar la sabiduría de tus cuatro sentimientos y a descubrir el verdadero tamaño de tu Ser?
      ¿Y si pudieras liberar los recuerdos sexuales y emocionales del pasado a través de procesos de sanación emocional y estar plenamente presente con lo que es?
      ¿Y si pudieras encender tu ira consciente y tomar posicion para la profundidad de la intimidad y el amor que tu Ser realmente anhela en el sexo?
      ¿Y si dejaras atrás los mundos de fantasía que el patriarcado te ofrece sobre el sexo y comenzaras a navegar por la intimidad a través de tus sentimientos conscientes?

      ¿Y si declararas que el sexo es un Dojo para el amor, la evolución, la sanación, la transformación y la colaboración arquetípica entre lo femenino y lo masculino iniciados?

      ¿Y si estuvieras tan profundamente nutridx y alimentadx en el amor y el sexo que ya no necesitaras consumir más allá de lo esencial? ¿Y si la cultura moderna ya no tuviera poder sobre ti?

      ¿Qué nueva cultura crearías?

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